martes, junio 10, 2008
El tren que no perdí
"A pesar de todo, reclinado sobre la barra con media pinta de clara y una bolsa de patatas fritas, aparento una sofisticación londinense de la que carezco, y finjo que lo entiendo y que me mola, aunque me siento mucho más cómodo con las versiones ás jazzísticas del blues y con el virtuosismo de Wes Montgomery con la guitarra. [...] Comparado con este entorno tedioso y pringado de cerveza y el agobio de la metrópolis, Bournemouth parece un planeta sencillo y soleado, así que la tentación de dar media vuelta y huir es poderosa. Pero todavía no tenemos ganas de irnos corriendo de vuelta a casa, pese a que la triste realidad es que no tenemos bolos a la vista, tenemos que dormir los tres juntos en una cama y estamos prácticamente sin un penique. Decidimos aguantar mecha y buscarnos una casa; una vez que hayamos cumplido tan hercúlea misión, podemos dedicar nuestros esfuerzos de nuevo a formar un grupo. Phil el peluquero se da por vencido y se marcha al sur. Zoot y yo ahora somos un dúo sin bajo ni batería ni futuro. Allí no hay nada más que las mentes y los corazones cerrados de la aglomeración urbana descontrolada conocida como Londres" Andy Summers
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario